Los monstruos demarcan en el imaginario social y cultural la difusa frontera entre lo que tradicionalmente se ha considerado bueno y malo, entre lo normal y lo patológico, lo bello y lo feo, y tienen la capacidad de vincular la realidad con lo imaginado. Nos ayudan a establecer la noción de pertenencia a la «normalidad» y construyen necesariamente una noción de diferencia que bien conocen aquellas personas señaladas por su sexualidad y su diversidad funcional. En este texto nos preguntamos por la intersección de estas dos realidades, a menudo ignoradas y parte del tabú, y por otra parte tan útiles y presentes en nuestra sociedad que construyen lo que hemos venido en llamar «monstruos de lo cotidiano». Fijarnos en estos cuerpos fallidos o monstruosos nos ayuda desviar la atención sobre las normas imperantes, que preferimos ignorarcomo son la heteronormatividad y el cuerpo bello y capacitado, normas monstruosas a su vez que constriñen nuestras vidas y experiencias In the context of the social and cultural imaginary, monsters draw the limits between what traditionally has been considered good and bad, between normal and pathological, what is beautiful and awful, and monsters have the capacity to link really with imagination. They help us to establish the notion of belonging to «normality» and intrinsically built the notion of difference; a notion that is well known by those labelled for their sexuality and disability. In this article, we focus on the intersection of these two realities, often ignored and taboo, also a useful and present in our current society, a construction of what we have called «the everyday-monsters». Looking at crip or monster help us to deviate our attention from the dominant norms, choosing to not question the compulsory heteronormativity or the beautiful body regime, which are monstrous norms that constrain our bodies and experiences.
De la parada de los monstruos a los monstruos de lo cotidiano: La diversidad funcional y sexualidad no normativa
By Raquel (Lucas) Platero Mndez, Mara Rosn Villena, 2012